Tintes dramáticos para maquillar
al muerto. Con un áspero silencio como telón dibuja una sonrisa forzada. Una
tramoya oxidada y gastada con la que levantarse del suelo. Cumplir con el papel
que nos atrapó en este mísero teatro. Funámbulo de la línea del horizonte aspira
a algo más. No deja espacio para la duda entre copa y copa, persiguiendo a ese
maldito comecocos. Juegos de manos en los lavabos, se le traba la lengua cuando
quiere decir tu nombre. Las secuencias que salvaron del incendio de su alma
sirvieron como recuerdos. Azorado por el consentimiento y sus consecuencias
friega los platos de la última cena. Pasos torpes que lo alejan de aquí,
siempre de aquí. Y a veces se sienta a escribir a esperar que pase la tormenta.
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